Me preguntan en un interesante comentario a una entrada mía del 24 de abril si el General De Gaulle, el 29 de mayo de 1968 - el día en que "desapareció" de Francia - fue a ver al general Massu para comprobar si podía contar con él, y con las tropas destacadas en Alemania, por si podía utilizarlas en esos momentos cruciales.
No puedo responder más que con las palabras de mi libro, tomadas a su vez del relato que hace Sitbon ("La primavera de París") sobre aquella jornada:
"Por lo menos ( De Gaulle) ha verificado que hasta el general Massu, quizá el menos "seguro" de los jefes del Ejército francés, le asegura su apoyo indefectible.
Para explicar este famoso episodio de la vida de De Gaulle, Jean Lacouture ha recogido algunos extractos de una obra de juventud del General, Hacia el ejército profesional. Allí se puede leer:
El verdadero jefe debe saber "dar el pego en su propio campo...desorientar a propósito a aquellos que piensa emplear, hacer creer que está allí o que no está".
Pues este 29 de mayo ha conseguido plenamente este efecto. Más allá de lo esperable. Hace varias semanas que el poder gaullista tiembla y hoy, cuando su cabeza ha desaparecido, en la cima del poder se desencadena una ola de pánico. Desde el Primer Ministro hasta el menor consejero del gobierno, pasando por todos los diputados y diversos notables del gaullismo, la totalidad de esta falange que ostenta el poder desde hace diez años, ha sido cogida desprevenida.
El secretario general del Elíseo, Bernard Tricot, llega a Matignon. Pompidou cuenta:
"Entra lívido en mi despacho diciendo:
-El General ha desaparecido.
-¿Cómo que ha desaparecido?
-Pues sí... tenía que haber llegado a Colombey a las doce y media. Y a la una y media su helicóptero aún no estaba allí. Nadie sabe dónde está..."
Durante algo menos de dos horas, en efecto, "nadie" sabrá nada más sobre el tema. Pero estas dos horas de incertidumbre bastan para hacer tambalear el Estado.
Pompidou piensa inmediatamente que De Gaulle ha partido al extranjero. No para ver a Massu. Al contrario, cuando un allegado al General pronuncia esta hipótesis, se ríe. No. Pompidou ha imaginado a De Gaulle como un Luis XVl huyendo del populacho.
Las malas lenguas pretenden que, entre otras cosas, durante estas dos horas de incertidumbre, Pompidou se ha hecho preparar un avión...Como dirá Maurice Grimaud, "el miedo estaba instalándose en el corazón del Estado".
18.00 horas. El General ya está de vuelta en Colombey. La escapada no ha durado demasiado tiempo. Llama a Bernard Tricot para informarle de una cosa importante:
- Me he puesto de acuerdo con mis segundas intenciones.
Tras lo cual, está impaciente por ver el noticiario televisivo. El presentador anuncia sobriamente que el Jefe del Estado está en Colombey. Esto lo tranquiliza".
(Hasta aquí el relato de Sitbon. Quienes estábamos aquel día ejerciendo nuestro trabajo de corresponsales no podíamos imaginar que un helicóptero volara misteriosamente sobre París y sobre Francia. Detrás del piloto, al lado de Madame De Gaulle, viajaban tres personas; el General, sus primeras intenciones y también sus segundas intenciones. Las segundas intenciones se estaban poniendo de acuerdo con las primeras. Y al fin todos aterrizaron.
En mi crónica de aquel día escribí: puede que el General De Gaulle esté cumpliendo esa ley que se ha impuesto a sí mismo: "El silencio es deliberado, como la palabra es calculadora".
Misterios. Pequeños secretos de la Historia).
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