viernes, 2 de mayo de 2008

CUANDO ENTONCES




Me escriben un e-mail de Radio Uruguay, de la Emisora del Sur, invitándome a participar en un próximo programa, y mis recuerdos se van cuando entonces (el título de una obra de Onetti ) con el que estuve charlando largamente en Madrid, en su casa de la Avenida de América, el 23 de febrero de 1979.

Cuando entonces todos mis recuerdos siguen en pie, "y espero, espero siempre - escribí aquel día en mi entrevista -, tendido días enteros sin comer ni dormir, y fumo incansable, bebo, abandono la Biblioteca de Uruguay y escucho a través del tabique del insomnio, no creándolo aún, pero ya imaginando que esa puerta va a abrirse y que algo de un libro abierto, poco más que episodios, va a entrar con personas que tan sólo son una y muchas a la vez, duplicadas, triplicadas, fundidas en unión clara y confusa. Y yo le haré entonces hablar a Juan Carlos Onetti, y lo soñaré hablando, y escribiré para mi personaje: ese acto de amor del escribir donde estaré ya obligado a imaginar que estoy aquí sentado, y, poco a poco, dibujar un sofá, y hacer la habitación, y poner en punto mi reloj, y concentrarme hasta ser Onetti periodista que espera al novelista Onetti; o tanto da - haciendo trampa, como "él" lo hacía cuando era "yo", tomando el ómnibus hasta la Gran Punta de las Carreteras, en el departamento de Frieda, entrando en la catedral, y haciéndome bendecir mi viaje -: tanto da; a Onetti, el novelista-periodista, lo he visto ya. Ha entrado. Quiero, y quiere hacerme este pobre muchacho de setenta años, una entrevista a mí; y yo a él. Está hecho el sofá y la habitación. Mando (manda él) que todos salgan del cuarto. Mirándolo con mis ojos cansados tras las gafas, la vista desviada, ese lector que ahora ya nos imagina, ese lector real - imaginario-, es aquel que soñando se pregunta : "¿Quién es? ¿Cuál de los dos es el Onetti auténtico?". Mientras nos lee y está a punto de dejar de leernos, le sirvo a Onetti vino, y Onetti espera a que Onetti beba el primer sorbo de su vaso".

Cuando entonces ( en aquel febrero de 1979, meciéndose hacia adelante y hacia atrás en el sofá el escritor uruguayo), me dijo Onetti dejando el vaso sobre una mesa: "No me siento escritor. Sí, en todo caso, un lector apasionado, capaz de conversar y discutir horas y horas sobre un libro. Pero ajeno. Y cuando uno escribe tampoco se siente un escritor, porque se está trabajando en la inconsciencia y lo único que me importa es escribir".

Cuando entonces bajé las escaleras de aquella casa de Madrid y describí nuestra charla larga y la publiqué luego en mi libro "Diálogos con la cultura".

Cuando entonces ocurrió todo aquello. Aún recuerdo a aquel hombre alto, de contemplar cansino, cuando acercó su última novela hasta las gafas, apoyó el libro en sus rodillas y sacó su pluma para poner unas palabras.

Cuando entonces sucedió todo aquello.

Cuando entonces.

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