martes, 27 de mayo de 2008

TENGO TRES MIL AÑOS Y HE CENADO CON SÓCRATES




"Durante los años que pasé en África, cuando tenía mi granja en las montañas - le dice Isak Dinesen a Truman Capote -, nunca me imaginé que volvería a vivir en Dinamarca. Cuando supe que iba a perder la granja, cuando estuve segura de que no podría conservarla, empecé a escribir los cuentos: para olvidar lo insoportable". (Truman Capote: "Retratos".- Anagrama).


"Cuando era jovencita, ir a África estaba muy alejado de mis pensamientos, y tampoco soñaba con una granja africana como el lugar en el que sería totalmente feliz -le confiesa la baronesa a la entrevistadora de "The Paris Review" -. Eso demuestra que el poder de la imaginación de Dios es mucho mayor y más preciso que el nuestro. Pero en la época en la que estaba prometida para casarme con mi primo Bror Blixen, un tío nuestro se marchó de caza mayor a África y volvió lleno de alabanzas hacia el país. Theodore Roosevelt también había estado cazando allí; se hablaba mucho del África Oriental. Así que Bror y yo nos decidimos a probar suerte allí, y nuestros parientes de ambos lados de la familia nos dieron dinero para comprar una granja, que quedaba en las tierras altas de Kenia, no muy lejos de Nairobi. El día que llegué allí, me encantó el país y me sentí como en casa, aunque estuviera rodeada de flores, árboles y animales que no conocía, y de nubes cambiantes sobre las colinas de Ngong, que no se parecían a ningunas nubes que hubiera visto antes.
Entonces, África Oriental era realmente un paraíso, lo que las pieles rojas llamaban "felices tierras de caza". En mi juventud me gustaba mucho cazar, pero mi mayor interés durante los muchos años que pasé en África fueron los nativos africanos de todas las tribus, en particular los somalíes y los masai. Eran gente hermosa, noble, intrépida y sabia. La vida no era fácil dirigiendo una plantación de café. Más de cuatro mil hectáreas de labranza, y langostas y sequía... y nos dimos cuenta demasiado tarde de que la meseta donde estábamos ubicados resultaba demasiado elevada para poder cultivar café. Creo que la vida allí era bastante parecida a la Inglaterra del siglo XVlll: a menudo escaseaba el dinero, pero la vida seguía siendo rica en múltiples sentidos, con el maravilloso paisaje, decenas de caballos y perros, y multitud de criados". (Entrevista en "The Paris Review".-El Aleph).

"Hoy esperaba al cartero - le sigue diciendo a Capote -. Esperaba que me trajera un nuevo paquete de libros. Leo tan rápidamente, que me es difícil estar abastecida. Lo que le pido al arte es atmósfera, ambiente. Algo que escasea en el menú de hoy. Nunca me canso de los libros que me gustan, puedo leerlos veinte veces. Puedo, y lo he hecho. El rey Lear. Siempre juzgo a una persona según su opinión sobre el rey Lear. Naturalmente, uno quiere una página nueva, un rostro diferente. Tengo un talento especial para la amistad; con lo que más disfruto es con mis amigos: moverme, salir, conocer nuevas personas y ganármelas".

Parecería que estuviéramos escuchando a Isak Dinesen o a Karen Blixen en el porche de esta casa de campo de África mientras filma el respirar de esta conversación Sidney Pollack, el director que acaba de morir. Merly Streep y Robert Redford, adormilados en este cálido porche, sueñan igual que Karen y que Denys Finch. Pasea lejos un león solitario y la escritora entre sueños murmura:

-Fíjese en los leones de ese sarcófago ¿Cómo pudieron haber conocido los etruscos al león? En África era el animal que más me gustaba.

Luego hay un largo silencio y Carla Svendsen, la entrevistadora de "The Paris Review", le comenta asombrada la cantidad de libros que Dinesen ha leído en su vida.

- En realidad - dice la escritora con una misteriosa sonrisa - tengo tres mil años y he cenado con Sócrates. Descubrí a Shakespeare muy pronto, y ahora siento que la vida no sería nada sin él.



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