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jueves, 5 de junio de 2008

EL NEGRO BLANCO






Ayer, como hacía una noche espléndida, tuvimos una grata tertulia en la terraza de Mi Siglo, al aire libre, contemplando a lo lejos todo Madrid. Como estaban de paso varios escritores norteamericanos el asunto no podía ser otro que Obama, pero enseguida pasamos a uno menos circunstancial y de más variadas opiniones, como era el tema negro.



- Tu "Hombre invisible" - le dijo William Goyen a Ralph Ellison en determinado momento recordando su gran novela - es la historia de un hombre en busca de su identidad. Pero ¿quién es? ¿Qué puede hacer en el mundo que le rodea? Tu héroe encarna la juventud, más especialmente la juventud de hoy, su deseo de descubrir una individualidad, su impulso personal. Quiere una nueva sociedad, un nuevo yo, un nuevo mundo. Quiere CAMBIAR las cosas. Quiere tener derecho a la palabra, la suya, en la organización de la sociedad. "El Hombre invisible" simboliza el deseo de aventura espiritual de los jóvenes. Busca el sentido de la vida; afirma con aplomo el derecho a descubrirse. Llama, despierta y anima el pensamiento moral y la acción sincera.



Norman Mailer, que estaba en un rincón paladeando su wisky, quiso también hablar del tema que trataba la novela:



- El negro es ciertamente en Norteamérica - le dijo a Ellison - el menos invisible de los hombres. El hecho de que el blanco sea incapaz de reconocer la personalidad de cada negro no es tan rico en significado como tú nos pareces querer indicar. La mayoría de los blancos son, desde hace mucho tiempo, invisibles unos para otros... Quizás una solución sería que te aventuraras por el mundo blanco que conoces muy bien y que materialices la invisibilidad, todavía más terrible, de los blancos...








Ellison se quiso defender. Más que defender - porque tampoco nadie le atacaba - prefirió argumentar sus opiniones:


- Mi novela -explicó - es una ocasión para acumular mis esfuerzos en orden a responder a las siguientes preguntas: ¿Quién soy yo? ¿Qué soy yo?¿Por qué estoy aquí? ¿Qué hacer de la vida que me rodea? ¿Qué celebrar? ¿Qué rechazar? ¿Cómo confrontar las estridencias entre el bien y el mal? ¿Qué significa la sociedad norteamericana cuando la contemplo con mis propios ojos, cuando la animo con mi propio pasado y la observo con la complejidad de mi vida presente? En otros términos, ¿cómo expresar mi visión de la condición humana sin reducirla a un grado que la hace estéril, antes de efctuar la reducción necesaria y trágica, y aun cuando sea enriquecedora, quién dará vida a la visión novelística? No es imposible que el potencial novelístico de los escritores negros norteamericanos tenga un fallo en ese nivel concreto: la negativa del escritor a concebir una visión del mundo y una riqueza técnica a la medida de la complejidad de la situación determinada. Muchas veces los escritores temen abandonar los tranquilos santuarios de los problemas raciales para probar su suerte en el terreno del arte.


Yo escuchaba en silencio. Me acordaba de las páginas de Mailer, "El negro blanco" (Tusquets), leídas hace tiempo y me interesaba todo aquel debate. Les recordé a los que estábamos en aquella agradable tertulia aquellas frases de Faulkner de 1958: "El negro no es todavía capaz más que de ser un ciudadano de segunda clase. Su tragedia consiste en que todavía no está calificado para la igualdad más que en la medida en que tiene sangre blanca. No le bastará pensar y obrar como un blanco. Deberá pensar y obrar como el mejor de los blancos, porque si el blanco, a causa de su raza y de su color, puede poner en práctica la moral tan sólo el domingo, es decir, un día por semana, el negro no puede fallar ni apartarse del recto camino".


Pensé que íbamos a hablar ya de Obama, pero entonces intervino Richard Wright:


-La visión del escritor negro no tiene necesidad de ser simplista o expresada en términos primarios: porque la vida del pueblo negro no es simple. La presentación debe ser simple, pero deben estar presentes toda la rareza, la magia y sorpresa ante la vida que arroja luz sobre la realidad. Repitiendo la expresión de un novelista ruso, hay que encontrar la simplicidad perfecta.

Y a su vez quiso decir James Baldwin:


- El negro ha sido siempre aquí un poco como un cadáver con el que no se sabe qué hacer, flotando en la superficie de nuestra vida nacional. De hecho, casi todo se define en Norteamérica en relación con el negro, casi todo, incluida el alma nortemaricana. Una relación simplemente humana, he ahí lo que tratamos de establecer, al menos entre algunas personas, y de proponérsela como ejemplo a los demás. Porque el color importa poco, y no debería constituir el azote que tantas veces interviene en nuestras vidas. Hay un medio de salir de la pesadilla si se acepta el mirarse a la cara y decirse la verdad.
Estaba empezando a refrescar, recogimos las sillas de la terraza, yo cerré los ventanales de Mi Siglo y en la noche estuvimos viendo perfectamente las luces de Madrid en la lejanía.
(Fotos: Ralph Ellison.-medalofreedom.com) (Richard Wright.-everseradio.com)(James Baldwin, foto Jenkis.-viewimages.com.)

domingo, 6 de enero de 2008

EL HOMBRE INVISIBLE



¿A dónde irá Barack Obama?, me pregunto. ¿A dónde irá Ellison?, escribía sobre el gran novelista negro Norman Mailer. Mailer saludaba al autor de "El hombre invisible" (Lumen), con estas palabras: "Resulta banal decir que Ellison es un excelente escritor. Pero ¿por qué su libro insiste tanto sobre una tesis que me parece absurda: la invisibilidad del negro? El negro es ciertamente en Norteamérica el menos invisible de los hombres. El hecho de que el blanco sea incapaz de reconocer la personalidad de cada negro no es tan rico en significado como Ellison parece querer indicar. La mayoría de los blancos son, desde hace mucho tiempo invisibles unos para otros...¿A dónde irá Ellison? Su talento es demasiado excepcional como para que pueda preveerse. Quizás una solución sería que se aventurara por el mundo blanco que él conoce muy bien y que materialice la invisibilidad, todavía más terrible, de los blancos..."
Mientras tanto Ellison había escrito en su novela excepcional:
"Soy un hombre invisible. No, no soy uno de aquellos trasgos que atormentaban a Edgar Allan Poe, ni tampoco uno de esos ectoplasmas de las películas de Hollywood. Soy un hombre real, de carne y hueso, con músculos y humores, e incluso cabe afirmar que poseo una mente. Sabed que si soy invisible ello se debe, tan sólo, a que la gente se niega a verme. Soy como las cabezas separadas del tronco que a veces veis en las barracas de feria, soy como un reflejo de crueles espejos con duros cristales deformantes. Cuantos se acercan a mí únicamente ven lo que me rodea, o inventos de su imaginación. Lo ven todo, cualquier cosa, menos mi persona".
Publicada en España en 1966, "El hombre invisible", de Ralph Ellison (1914-1994), es una de esas obras que se quedan para siempre en la memoria.
"Me gustaría oir, a un mismo tiempo - escribe en esa novela -, cinco discos de Louis Armstrong tocando y cantando "¿Qué hice para ser tan negro y triste?". Ahora, de vez en cuando, escucho a Louis mientras tomo mi postre favorito: helado de vainilla con ginebra rosada. Echo el líquido coloreado sobre la blanca montaña que forma el helado, y contemplo cómo resbala, brilla y forma un sutil vapor, mientras Louis logra extraer de aquel militar instrumento musical oleadas de lirismo. Es posible que Louis Armstrong me guste debido a que de su invisibilidad ha hecho poesía. Pienso que ello se debe a que ignora que es invisible. Y, por otra parte, la conciencia de mi propia invisibilidad me ayuda a comprender la música".
¿Va a ser real, duradero y permanentemente visible Barack Obama?, me repito siguiendo las noticias. ¿Qué hay de invisible en la Historia tras tantas imágenes visibles?
Al otro lado de la habitación, Louis Armstrong eleva su trompeta:
"No salgo ya más
No tengo amigos
Mi único pecado
Es mi piel negra
Qué he hecho yo
Para ser tan negro
Mi corazón es negro".
Y sigue elevándose y elevándose y ondulando en el aire, la trompeta.