viernes, 7 de septiembre de 2007

"PETITE POMME"

-Para parecer hermosa - le dice ahora el fotógrafo a esta mujer antes de disparar-, lo que tiene usted que hacer unos segundos antes de mi destello es articular las siguientes sílabas misteriosas en francés, aunque usted no sepa el significado. Diga muy despacio: "Pe-tite-pomme". Verá como por arte de magia, su boca, en lugar de formar una mueca ansiosa, se hará un círculo, sus cejas se arquearán ligeramente y el óvalo de sus mejillas se alargará. Repita otra vez muy despacio "petite pomme" y obtendrá una dulzura distante en su rostro, se refinarán sus facciones...
Efectivamente así es. Suenan diversos "clics" en la terraza y la pequeña manzana de la cabeza de esta mujer recostada en una esquina es movida por el sol y las sombras, los recortes de la tarde captan toda la superficie de la piel, la cámara encuadra la belleza. Ella apenas silabea "pe-tite-pomme", "pe-tite-pomme" muy despacio pero la tristeza velada o su infinita melancolía al creer que ya no verá más a ese hombre, al creer que nunca más será amada, no consigue que la fotografía la recoja. El criterio fundamental de valor en la fotografía, que es que la imagen sea inolvidable, no abraza al olvido. El temor a ser olvidada está en los ojos de esta mujer, está en los labios que repiten "pe-tite-pomme","pe-tite-pomme" muy despacio...
Luego ella queda en soledad y el fotógrafo se aleja. Cree que ha cumplido con su oficio.

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