¡Mármara, mar, maramar,
confluyan los estribillos!
Los azules se barajan,
cielos comunicativos.
Siento en la piel, en la sangre
-fluye todo el mar conmigo-
una confabulación
indomable de prodigios.
¡Mármara, mar, maramar,
y ser y flotar -y un grito!
Cuando acaba de recitar Jorge Guillén aún sigo contemplando el océano.
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