-Le pregunté si había oído hablar del libro eléctrico de salmos inventado por Happolati - me dijo Knut Hamsun.
- ¿Qué libro eléctr...?
-¡Un libro con letras eléctricas que lucían en la oscuridad! Una magnífica empresa, millones de coronas en circulación, fundiciones e imprentas trabajando sin descanso, un gran número de mecánicos empleados a sueldo fijo. Había oído decir que setecientos hombres.
Me sorprendí y me asusté porque creí que ya había sido inventado el libro del futuro, el libro transformado en pequeña caja metálica, un diminuto ordenador plateado que cada uno llevaba en el bolsillo, un dispositivo portátil para la lectura de textos digitalizados. Pero no, estábamos en 1899, no era posible, Knut Hamsun estaba a mi lado y sonreía.
Entonces cerré la novela "Hambre" donde se decía todo aquello, revisé la capacidad de su memoria, la duración de su batería y la conexión inalámbrica que me permitía la descarga por vía telefónica.
Luego me fuí tranquilo a esperar el futuro. Estuve toda la tarde feliz, leyendo en un banco del parque.
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