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miércoles, 14 de mayo de 2008

1968: PARÍS, MÉXICO, PRAGA, MONTEVIDEO





1968 prosigue de actualidad.


Ayer, en una amplia rueda de prensa internacional en 1050 Radio Uruguay, programa que conducía Nelson Caula reuniendo testimonios de diversas partes del mundo - México, Montevideo, Madrid, desde donde yo hablaba para comentar la "revuelta" parisina de mayo - intercambiábamos opiniones y enfoques y nos preguntábamos por qué precisamente en 1968 se agruparon tantas agitaciones - especialmente estudiantiles - en muy distintos países. Sin duda eso merece un estudio más reposado. Hablábamos también de muertos. Si 1968 fue escenario de la matanza de Tlatelolco en México y de los muertos en Montevideo, el mes de mayo en París sólo arrojó, felizmente, un muerto, y no precisamente en la capital francesa. Los heridos sí fueron abundantes en aquellas semanas y quizá uno de los que se me han quedado más en la memoria fue aquel cuerpo ensangrentado que llevaba en brazos el Premio Nobel de Física, Jacques Monod, abriéndose paso entre las barricadas del Barrio Latino en la madrugada del 11 de mayo, como cuento en mi libro en la respectiva crónica de ese día.


Hablamos también en la larga tertulia radiofónica de ayer del entonces prefecto de París, Maurice Grimaud, que el 20 de mayo tomó nota de las reuniones que al más alto nivel y a partir de las once de la mañana tuvieron lugar en el Palacio del Elíseo. Tales notas, que yo recojo en este volumen de crónicas, revelan los movimientos realizados por De Gaulle con respecto a la policía francesa en aquellas jornadas.


"El General - escribió Grimaud - quiere hablar con los reponsables del mantenimiento del orden. Está furioso de verdad. De Gaulle, sin escuchar a nadie y sin demasiados preámbulos, se lanza, con cierta mala fe:


- En cinco días se han perdido diez años de lucha contra la bellaquería. ¡En cinco días hemos vuelto a los peores tiempos de la politiquería! Es cierto que hace seis años - es decir, desde que Pompidou es Primer Ministro - no se ha hecho nada. No se ha previsto nada. Todo el mundo se ha contentado con vivir al día...¡Ay! ¡Cuando yo ya no esté, esto será un desastre...!


Tras estas generalidades, expone su plan.


-Esto ya ha durado demasidado. Es la "chienlit", la anarquía. No se puede tolerar. Tiene que acabarse. He tomado una decisión. Hoy se evacuará el Odeón, y mañana la Sorbona.


Se dirige luego a Georges Gorse:


- En cuanto a la ORTF, retome usted el control de la situación. Eche a los agitadores a la calle y listo.


Pompidou no se deja impresionar. Explica al General, sustancialmente, que para llevar a cabo una política de orden, se tendría que disponer de suficientes fuerzas del orden. Pero ahora que las huelgas se han generalizado en toda Francia se ha hecho evidente una seria carencia de efectivos. Sin ir más lejos, ayer hubo que tomar veinte escuadrones de la policía parisina y enviarlos a procincias.


(...)


Pero no sólo en la Sorbona tienen mala opinión de los CRS. Christian Fouchet insiste en lo que ya ha dicho Pompidou:


-Mi General, tenga en cuenta que las fuerzas del orden están traumatizadas. No se pueden reemprender operaciones policiales generalizadas en el Barrio Latino.


(...)


Y además la prensa no es precisamente amable con la policía. De Gaulle se impacienta.


-Bueno, Fouchet, hay que darle a la policía lo que está pidiendo: ¡aguardiente!


Pompidou, imperturbable:


-Mi General, hemos pensado en ello, en efecto. Hay todo un conjunto de medidas en preparación...


De Gaulle:


-Muy bien, ¡que se apliquen inmediatamente! Aparte de esto, confirmo mis instrucciones: primero el Odeón y luego la Sorbona.


Y luego, dirigiéndose de nuevo al Ministro de Información:


-En cuanto a la radio, hay que instaurar el control sin perder un instante: expulse a los agitadores y sea usted el jefe de su propio negocio. Y dígales a los periodistas que yo he declarado: "Reforma, sí; "chienlit", no. Tome buena nota y dígaselo".


A pesar de lo que afirmó De Gaulle hasta treinta y cuatro días después - el 14 de junio - la policía no cercó el Odeón y se dispuso a ocupar los locales. Días más tarde ocurrió lo mismo con la Sorbona.


De todo esto hablábamos ayer una serie de contertulios en Radio Uruguay. De los muertos en los sucesos de distintos países aquel 1968 y del muerto en Francia aquel mes de mayo. Hablamos también de Maurice Grimaud, el hombre que tomó las notas de esta reunión a la que me refiero del 20 de mayo. El día precisamente - o mejor dicho, la noche - en que los estudiantes en la Sorbona recibieron, entre otros, a Pierre Bourdieu, Marguerite Duras y Jean-Paul Sartre.


Faltaban apenas diez días para que la "revuelta" desapareciera.
(Foto: uno de los "grafittis" aparecido en las calles de París)






miércoles, 9 de abril de 2008

IMÁGENES CONTRA IMÁGENES







Como en el bello título de una novela del escritor italiano Guido Piovene, "Piedad contra piedad", en aquellas semanas de mayo de 1968 en París que comento en mi reciente libro al que me referí en Mi Siglo el 4 de abril, las imágenes lograron ir contra las imágenes, y las imágenes de los fotógrafos que se adentraron por las calles de la capital francesa haciendo parpadear constantemente sus cámaras en busca de la noticia se encontraron instantáneamente con otras imágenes que les estaban mirando y que les hablaban desde los muros.



En el mundo no existían entonces los móviles, por tanto tampoco el "pásalo" de las voces al oído, y lo que las paredes parisinas sí "pasaban" a los ojos de los transeuntes eran los trazos y el lenguaje de los "grafittis" elaborados por los estudiantes en el "Atelier populaire des Beaux-Arts" y en el taller Brianchon ( en Bellas Artes). La crisis de mayo, según un sociólogo francés, "no fue revolucionaria ni en sus objetivos políticos, ni en sus objetivos sociales, pero sí lo fue en los medios de expresión utilizados".



En la noche del 13 de mayo de 1968 aparecieron en París los primeros "afiches" junto a "grafittis", consignas y octavillas. Pertenecientes a la categoría de arte popular, tanto porque hacían hincapié en la idea de anonimato como porque se adaptaban a una determinada demanda social, se empleó el offset en los carteles en ciertas ocasiones, aunque resultaba caro. Otros carteles fueron tirados en serigrafía a partir de fotos de prensa.


París - sobre todo el Barrio Latino - fue inundado de "grafittis" diversos.


TODO ES DADA, se leía en el Teatro Odeón.


OLVÍDENSE DE TODO LO QUE HAN APRENDIDO. COMIENCEN A SOÑAR, se podía ver en la pared de la Sorbona.


VIVIR CONTRA SOBREVIVIR, se leía en Nanterre.


DIGAN NO A LA REVOLUCIÓN CON CORBATA , se escribió en Bellas Artes.


EL ARTE HA MUERTO, LIBEREMOS NUESTRA VIDA COTIDIANA, apareció en la Sorbona.


Imágenes contra imágenes.


El ojo de la cámara fotográfica mirando a la cámara del muro.


Los dos ojos mirándose. Los dos lenguajes intentando entenderse.


Ese fue otro aspecto del París de entonces en su célebre mayo.


(Imagen: uno de los carteles que apareció en una calle de París)