miércoles, 29 de agosto de 2007

MUERTE EN LA GLOBOSFERA

Al amanecer, la Globosfera se invade de partículas diminutas y multicolores como las arenas del sol, como los rayos de la playa. Todos los que hemos pasado allí el verano nos traemos la aurora boreal de las pantallas iluminadas, los teclados sonando en las ventanas. Pero ayer, al volver a la vida corriente, las gentes no hablaban de otra cosa: esa historia del escritor chino Chang Ch`i-yun, un enamorado del papel de arroz y de los pinceles que ha muerto en la globosfera. Devorado por el resplandor de su pantalla empezó a caer dando vueltas y vueltas ayer hacia las doce de la noche, alejándose cada vez más del papel de arroz, de la escritura tradicional, de los lenguajes y signos milenarios, de la finura de los pinceles, de la respiración acompasada. Todos los que nos asomamos al espacio pudimos ver su cuerpo golpeado por las teclas y siempre incandescente, bola de fuego que no acaba de caer y que cae continuamente igual que lo sigue haciendo ahora, ya que la globosfera no consume al no existir un fondo donde reposar.
Se dice que ha caído al querer reemplazar su secular caligrafía por otra nueva y no calcular bien el abismo del tiempo. No sé si será cierto. Lo más probable es que el tiempo haya sido alcanzado por la velocidad de su escritura.

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