Igual que los médicos descubren en los rostros las vetas de una enfermedad oculta que no conoce nadie, igual que el ojo clínico recorre mansamente el silencio de la dolencia y de repente se detiene, se interesa, revela y diagnostica, así el artista pasa sobre el secreto de los rostros de la calle, de los rostros del metro, o de esas cabezas y cuerpos que le rodean y le miran. El ojo clínico del escritor "ve" aquella historia que aún no ha visto nadie y que él va a contar : está la historia debajo de todos los pliegues de ese rostro y a veces ni siquiera la historia existe, son pedazos de infancia y amores que hay que recomponer, y duelos y desgarros deshilvanados y también un secreto en el pozo de la conciencia. Al escritor le interesará todo.
Anoche, que vino Bárbara Jacobs a cenar a casa, me contaba por qué había cambiado la medicina por la escritura:
-Vi el primer cadáver - me dijo-.Era un muchacho de mi edad, y me di cuenta de que me interesaba más saber quién era ese joven, qué iban a sentir sus padres, cómo murió...Me interesaba más su historia humana que su historial médico. Y entonces me hice escritora.
Estuvimos largo rato charlando y luego no tuve más remedio que ponerme a escribir.
1 comentario:
Señor Perlado: soy su antigua alumna de periodismo en la Complutense, Carmen Manzanera, necesitaría su e-mail para poder escribirle, escríbame por favor a mujerycomunicacion@gmail.com.
Gracias. Un saludo.
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